EL PODER DE LA DIVERSIÓN
¿Por qué soy MÚSICO?
Dadas las circunstancias de cómo fueron mis comienzos en la música se puede llegar a pensar que es raro que sea ésta la profesión a la que me dedico hoy.
Un día estaba con mi primo jugando en casa, nos estábamos divirtiendo, y de repente llegó su madre.
-Nos tenemos que ir, Fran tiene que ir a clase de música. ¿Clase de música? ¿Eso que es? En aquella época, jugaba al futbol e iba a Taekwondo, (desde pequeño mi padre me inculcó el deporte, y es algo que agradeceré toda mi vida), pero la música no la había probado, ni sabía lo que era. Nadie de mi familia era músico. Así que fui con mi primo a ver que era eso.
El profesor al verme acompañando a mi primo me dijo si quería probar. Me explicó un poco y pude solfear algo, y me pareció divertido y fácil, “FÁCIL” no sabía lo que decía jejeje. Así que comencé, y pronto me dijeron que eligiera un instrumento. Yo quería tocar la guitarra, pero no había profesor así que, como a mi abuelo le flipaba la trompeta, elegí la trompeta. A mi abuelo le encantaba bailar en la verbena, y siempre decía “había un trompetista ayer en la verbena, que la hacía hablar”. Por esas fue mi elección. Mi profesor de trompeta fue Daniel Clemente, toda una institución en la Agrupación Musical Montesinos con su fiel compromiso.
Disfrutábamos mucho en “la Antigua Música”. Esto era una casa vieja, (ahora hay un bonito edificio que es la biblioteca municipal) donde se daba clase y ensayaba la banda.
Recuerdo que se cortaba la calle y jugábamos al fútbol, a todas horas. A veces poníamos atriles dentro de “la música” que hacían de porterías, y jugaban hasta los profesores con nosotros. Esto me lleva a que una de las emociones que me engancharon fue la diversión, todos nos lo pasábamos “pipa” en la música.
Al comienzo recuerdo que empecé a estudiar más o menos 2 o 3 veces a la semana, “la novedad”. Pronto pasé a practicar solo un poco antes de la clase, y como no se me daba mal, iba pasando lecciones.
Desde pequeño siempre he tenido mucho amor propio. La música es una disciplina, que si no practicas y eres constante, eres “carne de cañón”. Lo que me pasaba era, que como solo practicaba el día de clase, si alguna lección me costaba un poco, me ponía a llorar de la rabia que me daba. Menudos berrinches pillaba. Pero mejor o peor así iba avanzando, lo pasaba bien y ese era el motor que me movía a continuar.
Estudios científicos afirman que el cerebro humano huye de las malas experiencias, ya que te producen emociones que no quieres volver a repetir. Bueno pues al cerebro de los músicos les gusta más la emoción de la diversión que la del miedo.
Recuerdo mi primera audición. Fue uno de los peores momentos de mi vida. Estaba súper nervioso, teníamos que esperar mucho tiempo para “tocar” y de los nervios, (toqué a la hora y media de estar esperando) me entró mucho dolor de barriga. Cuando terminó la audición mi madre acudió a mi encuentro, yo estaba llorando, con un dolor de barriga que no me podía ni mover. Me tomó, me llevó a urgencias y me medicaron para el dolor.
Pese aquella mala experiencia, que aun retengo en mi mente, en ningún momento quise dejarlo. La diversión era más potente que el dolor. Y por aquellos entonces me divertía con el instrumento…, no una locura…. pero lo pasábamos muy bien en “LA MÚSICA”
A los 9 años entré a formar parte de lo que llamábamos “La banda Mayor”. El director por aquel entonces era Javier Álvaro Correll. Empezaron las procesiones, pasacalles y conciertos. Ensayos hasta tarde, cenar un bocadillo en la música para, después del ensayo de la “Banda Infantil” continuar con el ensayo de la “Banda Mayor”. Sacrificio hecho con gusto y sin que pesara, la diversión era mayor que el sacrificio.
En aquella época también teníamos de profesor de grupo y banda infantil a José Vicente Pérez “El Harry”. Un tío muy “Guay”, siempre nos daba dinero para que fuéramos a comprar empanadillas, napolitanas y donuts para merendar, y era muy cachondo. Mi primer disco de música clásica me lo dio él y así empecé a escuchar música clásica, ¡y me encantaba! El disco que me dejó 1ª Sinfonía de Gustav Mahler, interpretado por Chicago Symphony dirigida por Sir Georg Solti. ¡Como sonaba eso! Y me fui enganchando más y más. Él me iba proporcionando discos conforme iba escuchando.
Él tuvo también mucho que ver en mi crecimiento musical, ya que en cuanto cumplí unos 13 años, siempre nos llevaba a mi y a migran amigo, mi hermano, José Manuel López “El Porro” a tocar con las bandas que dirigía. Después nos invitaba a cenar, y la banda a la que íbamos ¡nos pagaba! Éramos productivos con la música.
Volvíamos a pasarlo de vicio, a divertirnos mucho con risas y experiencias de la vida, conociendo a mucha gente, haciendo amigos, en definitiva, más diversión. Así que no solo por eso si no por como es, y haber disfrutado tanto con su música, y compartido tantos momentos con él, le tengo mucho agradecido al “Harry”.
Pasó el tiempo y comencé 4to de Elemental. En un ensayo de la “Banda Infantil” cogí un trombón para hacer tonterías y me puse a tocar “quinto levanta estira de la manta” (no hay que mover la vara para tocarlo).
En aquellos entonces el director de la banda era Sixto Manuel Herrero. Le pareció que no sonaba mal, y estaba “la cosa floja” de trombones en la banda. Me propuso de cambiar al trombón. Yo dije pues pruebo a ver que tal. Mis padres me dejaron decidir por mi mismo. La idea era probar, y si no me convencía volvería a la trompeta.
Esto marcó un antes y un después, por que conocí al profesor de trombón, su nombre, Venancio Espinosa. Ahora mi hermano. La persona más divertida que he conocido. En sus clases estaban llenas de locuras, cosas inesperadas, ejemplos súper graciosos y cachondos. Y lo mejor de todo, ¡Tocaba el trombón que “flipas”!.
Bueno eso no era lo mejor de todo, lo mejor era lo primero. Siempre he tenido la costumbre, desde que era un niño, (esto no lo he tenido que aprender), de valorar a las personas por como son, y no por lo que saben hacer.
Cuando llegó el verano, me decía que me fuera con el a estudiar. Todo aquel verano, mañana y tarde iba y tocaba un rato con él. Aprendía mucho, y me lo pasaba genial. Incluso me llevó a escuchar un ensayo de la Orquesta de Jóvenes de Murcia a la que era miembro. Yo flipé, era la primera vez que veía una Orquesta Sinfónica. Sentía el buen “rollo” que tenía con todo el mundo, todos se reían con él y lo querían. Yo quería ser así de mayor.
Ahora siempre que lo veo, sin mediar palabra, esbozo una sonrisa de oreja a oreja…. Me sale instantáneo.
Tengo que verlo más a menudo…
Ingredientes claves: Más diversión…. éxtasis de diversión. Llorar de risa y acabar con dolor de boca de tanto reír, un ejemplo excelente de cómo hacer sonar el trombón, y ver más profundamente las buenas experiencias que me podrían aportar la música.
Y así fue como a mis 12 años de edad, decidí que quería ser como mi profesor de trombón y dedicarme a la música.
La diversión es un inhibidor de la tensión, y te relaja. La tensión es un gran enemigo para que tu cerebro y tu cuerpo desarrollen bien sus habilidades. La tensión que en ocasiones proporcionan profesores a alumnos, hace que se bloqueen, y no desarrollen su potencial todo lo que pueden.
En mis años como profesor he aprendido de muchos alumnos, cada uno de ellos te da un aprendizaje. Y una de las cosas que he aprendido, es que cuando el alumno se encuentra en un ambiente bueno y relajado, desarrolla mejor su potencial. Esto no implica que la exigencia sea poca. El profesor tiene que tener la destreza de crear el ambiente idóneo para que, estando a gusto y disfrutando del proceso, pueda el alumno desarrollarse lo más fluidamente posible. Cuando el alumno se bloquea, no avanza y se estanca, después llega el aburrimiento, y éste es el mejor ingrediente para dejar la música.
Invito a todo músico de orquesta o profesor, que cree un buen ambiente y se divierta, vamos a dejar de quejarnos. Vamos a tener una buena percepción de lo que hacemos y de nuestra situación. Somos súper afortunados de hacer música y transmitirla y enseñarla. ¿Que mejor manera que desde el humor y la diversión?
EL PODER DE TUS PENSAMIENTOS
El cerebro y tus pensamientos son súper poderosos, tanto para bien, como para mal, por lo tanto intenta ser consciente de lo que piensas y que siempre sea lo mas positivo y potenciador posible.
Nuestro cerebro más desarrollado, verbaliza, por lo tanto vamos a aprovechar esto a nuestro favor. Como lo que pienses creará la emoción necesaria para que esto ocurra, (si pones toda tu concentración), vamos establecer varios pensamientos, para intentar mejorar nuestras capacidades técnicas para que estas estén al servicio de la música.
Voy a mostrarte varios ejemplos en los que el pensamiento jugó a mi favor al interpretar música.
En el verano de 2008 se realizó una bolsa de trabajo para la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, y tuve la gran suerte de formar parte de ella las temporadas 2008/2009 y 2009/2010. Aprendí mucho en estos dos años, ya solo al sentarte todas las semanas en la orquesta aprendes. Aparte tuve la gran suerte de compartir sección con Francisco Javier Rosario Vega. Uno de mis músicos preferidos, y ahora mi amigo. Otro regalo que me dio la vida, ya no solo por el aprendizaje musical, también aprendizaje personal, y de inspiración. La segunda temporada empecé a dar clases con Francisco, casi todas las semanas. Este segundo año en la orquesta hice el Recital final de carrera, ya que aún no había acabado la carrera de trombón.
Aprendí muchas cosas con Francisco, muchísimas. Una de las cosas que me enseñó que antes no había experimentado fue que me hizo tener muchas creencias que iban a mi favor. Para mi recital fin de carrera escogí un repertorio bastante exigente, tanto que no sabía si llegaría con la resistencia suficiente para acabarlo. Había visto recitales de Francisco con un repertorio muy largo, ¡y no se cansaba nunca!. En mis clases con él me decía ¿como que te cansas? Tu eres profesional ya no te cansas, eso no es verdad tu no te cansas nunca, sigue. Yo tenía y tengo fé en el y así ocurría. Evidentemente esto venía también con un trabajo, una rutina, estudio, pero ese pensamiento me reforzaba. Estaba claro. ¿Que sería mejor? ¿pensar que no llegarías al final del recital, o que vas sobrado de energía y no te cansas? Cuando hice el recital, acabé y podía haber seguido tocando otra pieza sin problema, me sobró la resistencia.
En julio del 2017 tuvimos la gran suerte de ser invitados el quinteto Thinking Brass, al que tengo la suerte de pertenecer, a Ticcino Música Festival. En este festival el profesor de trombón era el gran músico Ian Bousfield, había sido trombón solista en London Symphony y Viena Philarmonic. Un alumno estaba interpretando un fragmento muy rápido. El chaval tenía dificultades para realizarlo correctamente, era como si se “aturullara”. Ian le dijo una frase que me hizo reflexionar otra vez sobre este tema “Toca lo mas lento posible a tempo”. Si tienes este pensamiento, aunque el metrónomo vaya muy rápido, si piensas que es lento, tu cerebro se va a relajar, y va a reaccionar y coordinar mucho mejor tu cuerpo con ese pensamiento.
En una clase que realicé con Stefan Schulz, trombón bajo de Berliner philarmoniker. Me dijo que me relajara, que el cuerpo funciona perfecto, funciona muy bien. Mi deducción es que nuestro cerebro es como un ordenador, y nuestro cuerpo ejecuta, pero desde el ordenador tienen que venir las órdenes adecuadas. Empieza desde hoy a decirte frases que te potencien a conseguir lo que quieras, sin limites.